
Ya se iba planeando desde hace mucho tiempo. La verdad es que en cuanto a recaudación y aforo fue un éxito, pero siempre ha de haber alguna crítica, constructiva, pero crítica.
Todo empezó, para mí, a las dos y veinte del medio día cuando pisé la portería, accedí y le pedí las llaves al siempre simpático portero, que me las entregó con mucho gusto, pero sin perder la tradición, con ritmo cubano.
Me dirigí al teatro para coger todo lo necesario (subí y bajé unas cuatro o cinco veces) y me dispuse, yo solito, a montar. No mucho más tarde apareció Txell con unos cuantos “alumnos” de segundo ciclo, con muchísimas ganas de ayudar (con tal de perder clase lo que sea) que me ayudaron a mover lo más pesado.
Tras varias horas de montaje, se presentó el técnico “en primera” (ya que según los responsables yo no soy apto para ese tipo de eventos, aunque si que lo soy para lo que les interesa, trabajo sucio) y empezaron las pruebas de sonido y otras chuminadas.
El público, expectante, esperaba en el patio y tuve que subir hasta el despacho de actividades extra-escolares (puesto que las puertas de acceso a la portería estaban cerradas) dónde me esperaba el coordinador, con su siempre tan agradable y divertido humor negro, que tras múltiples aclaraciones se dignó, tal y como yo le pedí, a llamar a portería para que, de nuevo el estupendo y maravilloso, aparte de amabilísimo portero dijera por megafonía que la gente ya podía ir pasando.
Después de tan triste suceso volví a mi sitio de trabajo donde me esperaba la coordinadora de pastoral, con su gran obra de arte (un power point) para que lo proyectara, sí o sí, en las paredes del gimnasio. Tras una larga discusión sobre la ubicación, el modo, la manera, el rato y hasta el intervalo entre diapositiva y diapositiva, dio comienzo el concierto.
Todo trascurrió con normalidad hasta que cierto grupo entonó cierta canción en la que blasfemaban. La indignación del ÚNICO, repito ÚNICO, salesiano que se dignó a aparecer, más hubiera valido que no lo hubiese hecho, fue tremenda. Discusión, enfado, cara de perro, chillidos y otras muestras de desacuerdo y enfado se pudieron OIR.
Todo fue sobre ruedas hasta que al final, calificado por Txell como lo más divertido, la hora de recoger, empezó la gresca.
De personal docente que asistió al concierto, sin colaborar, no quedó ni uno, se esfumaron como el humo de la máquina, cosa que demuestra que desde fuera todo se ve muy bonito. Ni el señor director de E.S.O., ni el director general, ni los soldados rasos (profesores normales y corrientes) se quedaron, todos se escabulleron sin hacer ruido para no ser descubiertos en tan horrible trama. Aquel hecho me sentó tan mal que decidí no hacer nada, no tocar un puñetero cable.
Después de recogerlo todo nos marchamos hablando, donde predominaba la frase: “¡NO ME SIENTO LAS PIERNAS!”
Conclusiones:
- Todo fue bastante bien, valoración correcta en la mayoría de los aspectos.
- La solidaridad, el reconocimiento y la presentabilidad de ciertas personas brilló por su ausencia.
- El recoger cundió menos (a nivel de personal) que el montar.
- La poca vergüenza de ciertas personas me la guardo para mí e irá saliendo sutil pero tenazmente por mi boca, siempre conservando mi exquisita educación.
Javi Prieto, la indignación en persona, informativos blogspot. ;)
Buenas noche y hasta mañana.