15 febrero, 2007

Historias para no dormir


"¡Pobre de mí!", pensé cuando ya no podía salir del embrollo en el que me había metido.
Jordi, borracho como una cuba, me explicaba su experiencia matrimonial con una jerga un tanto pintoresca y desconocida para mí. Tanto que, a veces, me costaba entenderle a pesar de su buena pronunciación y los niveles de alcohol en sangre que llevaba.
Me contaba algo acerca de su mujer, a la que calificaba de " echada a la buena vida" y de sus "churumbeles", supongo que hijos, que vivían con su mujer y un supuesto cocainómano novio suyo.
Mientras Jordi hablaba, yo torcía el ojo izquierdo, de vez en cuando, para observar qué era lo que estaba haciendo David.
Hablaba con otro, y no sé que le contaba, pero parece ser que algo parecido a lo que Jordi me contaba a mí mientras no paraba de beber del vaso de tubo que contenía un Gintonic muy cargado.
Leonor, Lío, estaba al fondo de la barra, aparentemente borracha, aunque lo único que bebía era agua. Supongo que sus amigos bebían y ella se emborrachaba.
Basco estaba sentado en la mesa, comiéndose un bocadillo que la Sra. Nely, la cocinera, le había preparado con mucho cariño.
A todo esto, yo no paraba de mirar el móvil, esperando que fueran las tres, para que Jose, el propietario, nos hiciera esa afirmación tan anhelada esa noche: "¡Eh!, peña. Yo ya chapo."
No sé cómo, pero Jordi se calló al fin, y me dejó en paz. Mis orejas descansaban, ya, de tanta historia.
No es que yo sea un insensible, pero a esas horas de la madrugada, oír según qué cosas, no se hace agradable ni soportable.
Finalmente la noche acabó como siempre: la novia del amigo de Jordi entró al bar, y al encontrarselo borracho, le pegó una torta, yéndose después.
El otro personaje ya no hablaba, ya solo barbujeaba entre dientes y solo se le entendía que la llamaba cosas muy feas, y que le decía: "Tranquilita, tranquilita, ¡eh!"
Al final, todo terminó, salimos a la calle, me cogí un taxi, que, por cierto, era conducido por un hombre no muy simpático, y después de toda la juerga en el bar, el trayecto silencioso hasta mi casa y la estacada del taxista, llegué a mi hogar, dulce hogar.

Buenas noches y hasta mañana.