20 abril, 2006

El último día y noche en el Mazo y la despedida (4ª y última Entrega)


El cuarto día nos levantamos más pronto de lo normal para dirigirnos a Cabárceno, el safari-zoológico más grande de Europa. El desayuno no necesita comentarios ya que fue como siempre, con una sola excepción, y ésta es que la leche estaba caliente y el pan menos duro. Aquel día recordábamos lo que había ocurrido en aquél mismo lugar unas horas antes: El funcionamiento del comedor era como el de la conocida mili, o el de cualquier película que sea televisada a cerca del servicio militar, una barra larga donde te sirven la comida, en ella se encontraba la loca de la cocinera, Manuela. Ésta le preguntó a David que cuantos trozos de carne quería que le pusiera y éste le contestó que quería dos, ya que siempre se quedaba con hambre. Este último comentario le sentó como una patada en el hígado sacando a florecer su más profunda rabia, provocada por la locura, montando un tremendo pollo. Mientras ésta lo hacía, David se iba diciendo que estaba loca. Tras el desayuno, Manuela se aproximó a nuestra mesa y apoyando sus manos en los hombros de David le preguntó: - ¿Hoy qué tal? -y él le contestó - Hoy bien. - Entonces, Manuela entonó su voz postulándola en un tono irónico y dirigiéndose a mí dijo: Él, hoy bien.
Cogimos el autocar y nos dirigimos a Cabárceno, llegamos allí y vimos leones, tigres y poca cosa más, ya que el listo del monitor consideró oportuno dedicarle únicamente la mañana. Salimos disparados hacia el Mazo donde nos esperaban las suculentas y tan deseadas comidas de Manuela. Ésta parecía estar de buen humor, ya que jugo al "adivina-adivinanza" con migo preguntándome su nombre. Comimos y salimos fuera, pero aquel día algo había cambiado o estaba por cambiar. Desde el primer día nos cerraban las cabañas después de comer para que no nos metiéramos en ellas y durmiéramos, ya que según ellos, palabras textuales, sino dábamos el coñazo por la noche. Ese día me introduje en mi cabaña, hasta los mismísimos de cinco días de digestión bajo nuestro amigo Lorenzo, el Sol, que a esas horas no estaba precisamente bajo. Cuando nuestra amiga, la ya bautizada con "Morada", vino a cerrarlas, su intento se vio truncado y abandonó su posición acompañada por un profundo suspiro. Después de toda ésta aventura, cogimos el autocar de nuevo y marchamos a Santoña, dónde estuvimos no mucho rato. Igualmente nos llevaron a Laredo, donde anduvimos un rato también. Volvimos de nuevo al Mazo donde nos esperaba la última cena proporcionada por aquella señora que tanto repelús me causaba.
Después de la cena volvimos a las cabañas y se nos propuso dirigirnos a una improvisada discoteca. Probamos a ir para ver lo que nos encontrábamos, y nada más ver el ambientazo que allí había, nos volvimos escopeteados. Pero para aquel entonces las cabañas ya estaban cerradas. Aquello era lo más cutre, lo nunca visto. A éste problema le dimos rápida solución, colándonos por los ventanucos. Finalmente a las dos de la mañana pudimos entrar en ellas y empezamos a trazar nuestro boicot. Empezamos por llamar a la gente por tal de organizar una sentada en el exterior como modo de protesta. Una vez organizado ésto, continuamos por empezar a salir numerosas veces al lavabo y, en una de ellas, David oyó a Stereos hablar de nosotros calificándonos de mamones. A partir de entonces, los gritos pronunciando esa palabra que califica perfectamente la personalidad de semejantes personajes se hicieron oír.
Las entradas y salidas se hicieron insoportables, nos hicieron todo tipo de amenazas, nosotros contestábamos a éstas propinando patadas a las paredes y tanto fue el barullo, que al fin el director se dignó a venir. Éste fue el más patoso de todos, ya que nos amenazó con llamar a la Guardia Civil y con coger nuestras maletas, ponerlas en el aparcamiento y hacernos marchar.
Eran ya las dos y diez cuando, al irrumpir uno de los monitores en una de las habitaciones, propinó a un compañero un portazo en la cara. Al ser oída la noticia, todos decidimos salir a fuera y colocarnos en el centro del jardín. De repente los monitores desaparecieron pero no nos dimos ni cuenta porque la indignación era tal que éramos ajenos a todo lo que a nuestro caso no aludiese. Al rato apareció Dani de Daniel, lo más tonto que ha parido madre, y nos dijo que una chica había sufrido un ataque de epilepsia por lo que todos nos metimos en nuestras cabañas.
Algunos hechos que pueden ser destacados son:
- Ramiro ganó la apuesta.
- La parábola de los escoceses.
- Mucha gente había bebido demasiado y...
- Pablo ligó, pero no consumó.
- Herranz fumó dos cigarrillos que le sentaron fatal.

Por último, ya para cerrar la rueda de sucesos, comentar que nuestra amiga Morada, intentó demostrar que sabía contar, aunque este intento se vio truncado por las risas que provocó el hecho de tener que hacerlo con los dedos. También destacar que los monitores no nos despidieron al día siguiente, como era de esperar después de las putadas que les habíamos hecho durante toda la semana.
Manuela y el calzonazos del director pudieron por fin dormir a pierna suelta, igualmente Bea de Beatriz o la también llamada teniente O'Neil.

A final, la estancia en aquel paraje de preciosos parajes y lleno de cantabrones, no resultó tan malo como parece, ya que la impasible lucha antimonitoral fue muy divertida. Aunque más divertida fue la cara de todo el personal al ver que éramos impasibles e invencibles.

Fin.

Si queréis más detalles sobre nuestra estancia de un modo más objetivo, imparcial y exterior, visitad el vínculo al blog de Fredy, que lo ilustra perfectamente.


La realidad no existe, EL MAZO, UN TIMAZO