Altamira y el Soplao, el tercer dia (3ª Entrega)

El tercer día nos levantamos y, de nuevo, nos ofrecieron aquel suculento y nutritivo desayuno: cuatro galletas, un vaso de leche con cacao que, igual que el pan, estaba rancio. Rápidamente, después de desayunar, corrimos a coger el autocar, era un día lluvioso.
Al llegar a Altamira descendimos del autocar quedando al raso mientras la lluvia mojaba nuestras cabezas. La espera se hizo eterna pero, al final, entramos. El chasco fue impresionante después de todos las alavanzas realizadas por Santi Oliveres a cerca de ellas el año pasado. Era un edificio que recreaba la cueva, y la verdad, un tanto deprimente. Mi descubrimiento se produjo cuando, debido a que el guía barbujeaba palabras torpemente intentando explicarnos las ficticias pinturas rupestres en un idioma poco parecido al castellano, un tremendo bostezo me empujo a apoyarme en la pared realizando así el descubrimiento del que hablaba: SON DE PLÁSTICO. Además parece ser que el arquitecto se cansó y la dejó a medias.
Una vez abandonado aquel deplorable lugar, nos dirigimos a Santillana del Mar, donde algunos comimos en un restaurante para reponernos de tanta patata frita. Más tarde nos embarcamos hacia las cuevas del Soplao, preciosas, pero el camino para llegar a ellas me será difícil de olvidar. El viaje fue horrible, entre el rumor de que el conductor se había bebido dos cervezas y la espesa niebla que cegaba la visión más allá de dos metros. El terror se apoderó de mí, ya que parecía ser el único que se estaba dando cuenta de lo que allí estaba pasando. Suerte que íbamos despacio, pero, aun así, casi chocamos contra los quitamiedos un par de veces.
Al llegar allí, nos introdujimos en un túnel minero muy frío y húmedo, la niebla no tardo en desaparecer. Al llegar al final, nos encontramos con algo realmente precioso, superando con creces a Altamira. Todo lleno de estalactitas y estalagmitas, luces, color, espectáculo, impresionante. El guía de la visita era una mujer fantástica, simpática y muy agradable, no como el patán de Altamira. Nos mostró la cueva con gran precisión. Pero la mejor anécdota fue cuando abandonamos la cueva y nos dirigimos hacia el autocar, David y yo nos quedamos en la puerta para fumarnos un cigarrillo y con nosotros Javi Herranz, profesor de matemáticas y un cachondo sin igual. La conversación con él fue de besugos, pero fue el momento más alegre del día. Empezó cagándose en el Soplao diciendo que tanta cultura no era buena, argumentó también que su pelo parecía estar nevado y su chupa de piel hecha una mierda, y tras estar un rato con nosotros se dio cuenta de que podía subir al autocar y dijo: - ¿¡Qué coño hago yo aquí mojándome como un gilipoyas!?
Posteriormente nos embarcamos en el autocar de nuevo para aventurarnos a la bajada por aquella montaña situada en el culo del mundo y no siendo ésta menos tormentosa que la subida. Rápido volvimos al Mazo para prepararnos y apresuradamente salir corriendo hacia el pueblucho de al lado para ver el partido Barça - Benfica. Nos dieron allí un bocadillo buenísimo para cenar, no como los que preparaba la loca de la cocinera, aunque uno de ellos contenía una sorpresa en su interior, concretamente el de Sergio, una colección de hormigas que rápidamente se desperdigaron por toda la mesa.
Durante el partido se sucedieron una multitud de acalorados gritos y ovaciones al equipo campeón, a parte, múltiples palabras soeces hacia el Real Madrid y hacia sus jugadores, no teniendo éste nada que ver, pero, ya se sabe, el espíritu culé... El alma de la fiesta, David Basco, quedándose así sin voz aún no teniéndola anteriormente. Hubo otro personaje, un tanto peculiar, que decidió beber en exceso, concretamente ocho quintos y una litrona de cerveza y ya podéis imaginar las reacciones que ésto provocó y las consiguientes risas con y de él.
Llegamos al Mazo casi a las doce, si no lo eran pasadas ya, y allí se encontraba la división de monitores antidisturbios comandados por el calzonazos del director y éste, a su vez, por su mujer, la loca de la cocinera, Manuela.
Pero aquella noche veníamos tan agitados que decidimos armar follón con las consecuentes irrupciones de los monitores y sobretodo de Bea de Beatriz con amenazas aludiendo a una posible llamada al cuerpo de seguridad del estado, la Guardia Civil. Viendo que ni ésto surtía efecto, decidieron llamar a Fredy, nuestro coordinador, y éste, no teniendo muy buen despertar, decidió mandarla a la mierda de una forma un tanto peculiar diciéndole: - Si viene el director y quiere llamar a la policía nacional, que lo haga, yo me voy a la cama. Parece ser que monitores y profesores se reunieron y llegaron a un acuerdo, todos se fueron a dormir no sin antes entrar por las habitaciones descubriendo en una de ellas, concretamente en la de al lado mio, la solución al no poder salir para fumar, ésta era un tremendo submarino. Por último, las parejitas pudieron dormir juntas aquella noche y todos nos acostamos pensando ya en la que íbamos a liar al día siguiente.
Continuará....
Buenas noches y hasta mañana.
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